Torres tiene su ermita de Santa Ana situada en el alto del pueblo, donde con un agradable paseo se pueden disfrutar de unas bonitas vistas a la Sierra de Guara y el Somontano Oscense.
A juzgar por los restos cerámicos encontrados en sus alrededores, debió estar habitada en la Edad Media. Con el paso del tiempo ha llegado a estar en ruinas, pues a duras penas se mantenían en pie sus muros, arcos y contrafuertes. Sin embargo, recientemente ha sido objeto de restauración, recuperando su traza y forma primitiva.
Es obra de sillares en esquinazos y estribos, con muros de sillarejo y consta de una sola nave de cuatro tramos, separados con arcos de diafragma apuntados sin clave, obra de la primera mitad del siglo XVI. Tiene su ingreso al interior en el lado de la epístola, con arco de medio punto conformado por dovelas lisas. Recorre su recinto perimetralmente un banco de piedra adosado al muro, continuando por el presbiterio en un espacio reservado para el Concejo quien, el 8 de enero de 1515, bajo el mandato de Johan de Montes como Alcayde y con el consentimiento de los vecinos y habitadores del lugar, firmó una Comanda o préstamo de ochocientos cincuenta y cuatro Sueldos dineros Jaqueses para efectuar esta obra.
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