A lo largo de la historia, la ubicación de una villa ha estado determinada por la cercanía de un manantial, fuente o pozo que surtiera a sus moradores como recomendaba el escritor romano Columela: “Sit autem vel intra villam vel extrinsecus inductus fons perennis”, “Debe haber una fuente que siempre tenga agua, bien nazca dentro de la villa, bien se introduzca desde fuera.
En este caso se trata de una fuente que tradicionalmente ha abastecido a la población. El manantial está protegido por una construcción de diferente tipología a la de otras fuentes, quizá por su emplazamiento, lo que motivó en gran parte su acondicionamiento para el uso.
Recientemente restaurada, se ha consolidado y limpiado la muración que sirvió de fachada y se ha protegido el talud, también para cortar el aire mientras el abrevado de los animales, siendo su abrevadero una pileta corrida longitudinalmente al muro. El agua del manantial se recoge y se decanta en una pila o poza que está construida en forma circular con sillares de piedra perfectamente cortados y desbastados, estando el acceso a su brocal cerrado por una puerta de reja. Tras la decantación de arenas y sedimentos en el fondo, el agua sale limpia al exterior.
